Villarejo de Salvanés y Uclés están unidos históricamente por los mismos padres: los caballeros de la Orden Militar de Santiago. Por eso sus Ayuntamientos han decidido hermanarse, con el objetivo de mantener relaciones de amistad, fraternidad y colaboración, en favor del desarrollo cultural, educativo y turístico de ambos municipios, unidos por aquella historia común.

Los Ayuntamientos deben aprobar la propuesta de hermanamiento en pleno. Villarejo ya lo ha hecho y ahora queda Uclés, un municipio que dado su pequeño número de habitantes celebra sus plenos cada tres meses. Después, los alcaldes firmarán un convenio que detallará el objetivo de este simbólico hermanamiento que llega ahora, recordando una historia sobre la que ambos pueblos asientas sus raíces, y que es la siguiente:

JUSTIFICACIÓN HISTÓRICA
(Luis Andrés Domingo Puertas, historiador)

La vinculación histórica de Villarejo de Salvanés con la población de Uclés es una realidad ineludible que viene dada, como detallaremos más adelante, por el denominador común de la pertenencia de ambas poblaciones a los territorios de la Orden Militar de Santiago desde la Plena Edad Media. El deseo expuesto por ambas poblaciones de recrear en el presente un vínculo de hermanamiento es una forma de poner en valor una historia común como parte de la identidad que debe proyectarse hacia el futuro.
Cuando el 9 de enero de 1174, en Arévalo, el rey Alfonso VIII cede a la recién creada Orden Militar de Santiago la plaza de Uclés y esta se convierte en cabeza principal de dicha orden, Villarejo de Salvanés aún no existía como tal, pero los territorios que hoy lo conforman como término municipal ya pertenecían a dicha organización militar y religiosa. En aquellos años del último cuarto del siglo XII y primer cuarto del XIII, la situación militar y política de estas tierras era convulsa por la proximidad de la frontera con los territorios todavía dominados por los musulmanes, además de por los litigios que la Orden tuvo que afrontar con el Arzobispado de Toledo por el dominio y repoblación de esta zona. Los territorios en los que se extiende el actual término de Villarejo de Salvanés, se incorporan a la Orden Militar de Santiago entre los años 1171 y 1172, con la donación de las fortalezas de Oreja y Alharilla por parte del rey Alfonso VIII. Con la donación de esas fortalezas, aldeas como la de Salvanés, Valdepuerco o Alboher pasan a formar parte de los territorios bajo dominio de la Orden, pese a los pleitos mantenidos con el Arzobispado de Toledo que reclamaba su derecho sobre los mismos en virtud de la carta de donación a su favor del año 1099. Uclés ya impartía su dominio sobre estas tierras, pero con la dificultad de estos y otros avatares relacionados con la defensa fronteriza y con la lenta repoblación cristiana. En aquel momento, era la aldea de Salvanés, a unos 7 km del actual pueblo, la que regía lo que se denominaba la Encomienda de Salvanés y Valdepuerco, dependiente como otras muchas de Uclés.
Tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 y el avance ostensible de la frontera con los musulmanes hasta Sierra Morena, la situación se estabiliza en la zona y es en ese momento cuando va a transformarse el panorama poblacional en la zona central del Tajo. Es ahora cuando se va a producir el hecho trascendental del surgimiento de la nueva población de Villarejo de Salvanés. La aparición histórica de esta nueva población se produce en un momento indeterminado de la primera mitad del siglo XIII como decisión de la Orden Militar de Santiago, que prioriza el nuevo emplazamiento en detrimento de las antiguas aldeas cercanas al Tajo, lo que hace que núcleos como Salvanés o Valdepuerco vayan poco a poco despoblándose. La primera mención al Villarejo se recoge en el acuerdo del año 1267 en el que Don Fernando, Obispo de Segovia y Don Pelay Pérez, Maestre de la Orden de Santiago pactan los límites entre los términos de Belmonte, perteneciente a la Diócesis de Segovia, y los de Villarejo, Valdepuerco y Colmenar, vasallos de la Orden de Santiago. Parece pues que la realidad de Villarejo es algo anterior a esa fecha. Desde ese momento, la población va a depender de la Orden hasta el siglo XIX.
La importancia de Villarejo de Salvanés en los primeros momentos, va a estar relacionada con la presencia de una primitiva fortaleza situada junto al Camino de Valencia, justo en el punto más septentrional de los territorios que la Orden tenía en la Meseta Sur. Precisamente su situación en relación directa con esta vía de comunicación, establece también una vinculación viaria con la propia cabecera de la Orden, pues la relación de Uclés con esta ruta es evidente. De esta situación estratégica de Villarejo de Salvanés y de la construcción de su castillo, se deduce que la Orden tuvo un especial interés en controlar el paso de mercancías, ganados y personas a través de sus territorios, estableciendo puntos de control y de coerción para garantizar la defensa frente a otros poderes limítrofes y asegurar el beneficio fiscal sobre los bienes que transitaban por sus territorios mediante los preceptivos portazgos.
Un hecho trascendental acaecerá entre los siglos XIV y XV, la designación de Villarejo de Salvanés como centro rector o cabecera de la Encomienda Mayor de Castilla, cuyos territorios abarcaban el propio Villarejo, Fuentidueña, Terrinches, La Almedina, Torrenueva y Benatae. La preeminencia institucional de esta encomienda la sitúa inmediatamente por debajo de Uclés en el escalafón de los principales centros político-administrativos de la Orden. Ser cabecera de la Encomienda Mayor de Castilla, supuso para Villarejo un importante despegue en todos los aspectos y su vínculo de relación con Uclés se intensificó con una relación más directa. El periodo de mayor esplendor se ambas poblaciones es, por tanto, el siglo XVI, con importantes transformaciones que se reflejan en la magnificencia de las nuevas construcciones y de las reformas en los edificios existentes.
El vínculo se mantuvo en los siglos sucesivos hasta la primera mitad del siglo XIX, momento en el que, la liquidación del Antiguo Régimen y la pérdida del sentido de la Orden Militar de Santiago, acabó con una relación de siglos.
Aunque la realidad socioeconómica y demográfica de ambos pueblos es hoy en día muy distinta, es evidente que el pasado común, que muy brevemente hemos esbozado anteriormente, justifica el deseo de establecer vínculos entre ambos colectivos humanos a través de la representación que hoy ostentan sus ayuntamientos. Creemos que este hermanamiento es el resultado de una conciencia histórica y de la necesidad de hacer valer de cara al futuro un hecho del pasado que nos une.

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